domingo, 19 de julio de 2015

Dominguitis

Si quieres hablamos de las depresiones del domingo a última hora. Cuando sacas un rato para hablar contigo mismo y te planteas que haces. Que quieres. Que buscas. A dónde cojones vas. O de dónde vienes tan perdido. Donde has perdido el rumbo y el timón. De cuándo te dejaste llevar sin saber que el tiempo no perdona. Si quieres hablamos de los planes que nunca cumpliste. O de los no-planes que te hacían volar. Futuro. Esa palabra que cuando llegas a una cierta edad te escuece escucharla. Parece el fin y quizás (posiblemente) es el principio. Pero somos así. Catastróficos. Impacientes. Y muchos calificativos imprudentes y inconscientes más. Si quieres hablamos de que la vida fluya y nos dejamos de tonterías. Nos dejamos de buscar el trabajo perfecto, el recuerdo perfecto. Mejor si. Nos dejamos de intentar que el camino sea lo que queremos. Porque el camino siempre tiene curvas, piedras y atajos. No siempre va a ser llano, ni soleado con la temperatura adecuada. Mejor nos dejamos de intentar controlar lo que se nos escapa. Eso que sólo nos apetece porque es lo socialmente aceptado. Mejor nos dejamos llevar otra vez. Y dejamos de lado las preguntas transcendentales de un domingo cualquiera. Y las dudas. Joder que es domingo. Que para deprimentes ya están los lunes. Mejor me dejo vivir y dejo de pensar. Igual entonces si, podemos hablar de alegrías de domingo. De lo felices que podremos llegar a ser aunque no todo vaya según lo previsto. Porque a veces, lo mejor de la vida son esos imprevistos que te la mejoran. Si. Me he explicado bien. Esos imprevistos que aunque en un primer momento los odies, acaben marcando tu camino y enseñándote. Enseñandote que la vida no está pensada para ser planeada sino para romper esquemas y ordenarlos al paso. Podéis pasaros la vida ordenando pedazos y trazando planes pero también podéis vivir y improvisar sobre la marcha. No creo que esté tan mal. Seguro que así de repente un día conoces a esa tal felicidad. Esa de la que todos hablan pero pocos conocen. Mi felicidad es la brisa en mi cara, sentirme viva, hacer el muerto en el agua y pararme y pensar joder... soy inmensamente feliz y este instante voy a disfrutarlo. Porque la completa, la buena de verdad, solo dura eso... instantes. Después seguimos siendo humanos quejicas y planeadores de nada.

sábado, 30 de mayo de 2015

Cruce de caminos..

Siento que cada día que pasa me acerco más a algo y no se muy bien a qué. Un cruce de lo más complejo que existe y yo estoy ahí, parada en el medio. Pero no estoy tranquila con tanto tráfico a mi alrededor y a pesar de tener varios caminos, nunca sé por donde tirar. No es que luego no pueda darme la vuelta, es que me aterroriza la idea de volver a estar ahí, parada en el medio del todo y de la nada a la vez. Sola. Y eso que yo y la soledad, y el tráfico, y la multitud, y todo lo que conlleva..nos hemos llegado a llevar bien. Normalmente podría prever las consecuencias o las alegrías. Pero ésta vez no. Ésta vez por más que busco no hay ningún tipo de presentimiento. Cero. Y así estoy. Paralizada y medio vacía. Lo fácil seria quedarme ahí, en medio, que ya me lo conozco. Pero no puedo dejar de pensar en los caminos que me rodean y no salen de mi mente ni una sola noche. Lo ideal sería hacer lo que realmente me da la gana, lo que me hace feliz al instante, pero los ideales nunca funcionan, por lo menos a mi. Una ostia ideal puede ser tres veces peor que una real. Y luego está lo que mi mente menos responsable, mi corazón, piel, y sangre me dicen que debería hacer. Pero eso sólo es apto para valientes, sin miedo a los cambios. Y yo nunca he sido de esas. Y aquí sigo. Observando como pasa mi propia vida, sin pena ni gloria. Con anhelos de mucho y consuelo del día a día, del mes a mes. Y que más da si me entiende alguien o no... si faena tengo para entenderme yo. Si por entender ya no entiendo de casi nada de lo que creía entender. Sólo entiendo de sentimientos descosidos y sin ordenar. Y de recuerdos de mañanas a tu lado que me enseñaron a quedarme callada y mirar(te). Como si una perfecta obra de arte se despertará a mi lado. Es lo único que entiendo, que después de conocer a lo que saben tus labios por la mañana, es imposible dejar de soñarlos por las noches. Es imposible quererse mover del sitio donde tus labios existen, sin tener pánico de perderlos. Aunque a lo mejor, por cobarde, me quedo sin ellos. Y a eso sí que me niego.

martes, 5 de mayo de 2015

Como...

Como las primeras noches en las que te arropas. Los primeros rayos de sol de primavera. Las charlas que no quieren acabar. Las noches que duermes del tirón. Los sueños que te despiertan con ganas de conocer el final. Los domingos al sol. O los de sofá y película. Como el primer café del día. Como esa sonrisa que tanto necesitas. Ese mensaje de buenos días. Cuando descubres una buena canción. Y la cantas en el coche a pleno pulmón. Como cuando te da el viento en la cara y te sientes vivo. Escuchar algo bueno de ti por casualidad. Un viaje que siempre recordarás. Y descubrir lugares nuevos. Como llegar a casa después de trabajar. Y las siestas en verano. Como andar descalzo. Una ducha de agua caliente. Recordar anecdotas una y otra vez. Como volver a un lugar que te hizo feliz. Como cuando te ries. Y nos reímos juntos.

jueves, 16 de abril de 2015

Sueños para no dormir.

Nacemos soñando. Cuando somos pequeños imaginamos, soñamos, planeamos una vida de película. Una casa con jardín y un trabajo muy poco o muy común. Nacemos ya pensando que la vida tiene que ser buena. Y la verdad es que puede serlo. Aunque nuestros idílicos sueños de niños vayan menguando a base de dosis de realidad. La realidad no está tan mal. Es siempre la mala en toda película mental perfecta. Pero yo no lo veo así. Una buena dosis de realidad a tiempo siempre es de agradecer. Mi vida no es la que escribí en un ejercicio hace 10 años, ni creo que ya pueda a llegar a serlo nunca. Pero estoy feliz con ella. No voy a decir "me conformo con ella". No pretendo conformarme nunca. Toda ilusión por vivir me parece poca. Ahora estoy aquí, sintiendo, mejor o peor, viviendo. Y yo soy la dueña de ella. Elijo por donde llevarla, podría elegir no ser feliz, martirizarme, podría si fuera de esas. Pero no. A mi me gusta mi vida, no tal y como es porque soy humana y siempre cambiaría algo. Pero es mía, la estoy saboreando a mi manera y sé que nunca podré reprocharme nada. Intento hacer las cosas lo mejor que puedo. Tengo una capacidad camaleólica para adaptarme a sus corrientes. Y la verdad, en mis sueños de adulta ya me da igual si la vida me compensa o no. Sólo quiero vivir. Luchar por compensarme yo, sin necesidad de soñar más allá de lo real.

lunes, 26 de enero de 2015

Vacío.

Vacío. Al final es lo que siempre se queda. Nada más despedirte es darme la vuelta y sentirme más sola que nunca. Aunque no sea así, es lo que único que siempre se queda. Que siempre se siente. De repente me encojo en mi misma y disminuyo, todo parece enorme, todos parecen felices y a mi sólo me queda un vacío. No ha sido triste esta vez porque se que en nada te veo, pero eso no quita que ya te eche de menos. Como ya te he dicho antes gracias por estos días que son lo que nos mueve para seguir luchando, soñando y imaginando una vida juntos. Sobran las palabras cuando todo es perfecto.

domingo, 30 de noviembre de 2014

c'est la vie

Hablamos mucho de un corazón que nadie oye ni ve y obviamos a esa mente que no dejamos de escuchar, o de oír. Esa mente que es inevitable callar, ni durmiendo nos deja tranquilos. Cuando dormimos aprovecha para recordarnos a personas, a temores, juega con nosotros. Si fuéramos capaces de controlar totalmente nuestra mente no habrían dudas, ni altibajos, seríamos simplemente sabios. No me refiero a conocimientos, si no a unos expertos en conducir nuestra vida. El bienestar emocional proviene de ahí. Siempre damos importancia a la salud, que la tiene, pero le damos demasiada, ya que esta no está del todo en nuestras manos. En cambio la buena salud mental si es nuestro trabajo. Encarar las cosas con ganas, con fuerza. No dejarnos engañar por creencias poco racionales de esas que nos mueven a la mayoría de humanos. Al fin y al cabo estamos aquí solo de paso, y lo mejor que podemos hacer es vivir lo mejor y más feliz posible. Nos empeñamos en enfadarnos siempre, por cualquier mínima tontería, o en "comernos la cabeza", nunca mejor dicho, con la primera cosa que no sale como queremos. Lo mejor de la vida es que no todo sale como queremos. Que hay que aprender a improvisar, que tenemos una carta distinta cada día y hay que saber como jugarla para ganar la mano. Nos obsesionamos con cosas como el trabajo, la pareja o el dinero, cosas que tenemos o ni si quiera tenemos y dejamos de lado todo lo que si que tenemos. Lo que todo el mundo tiene dentro. Lo que hace que seamos únicos, todos y cada uno de nosotros. 
La verdad es que esta sociedad no ayuda a los valores. No interesa potenciarlos. Y cada vez menos. Ahora somos personas cada vez más aisladas socialmente gracias, irónicamente, a las redes sociales. Todo el día comunicando pero a la hora de la verdad muy pocas personas saben expresarse a la antigua. Un cara a cara en toda regla, no un icono del Whatsapp. 
Estos días de lluvia me ayudan a pensar, son sobretodo esos días que te gustaría tener a alguien a quién abrazar al lado, en mi situación si no la tengo no me voy a amargar como solía hacer. Creo que estoy aprendiendo a controlar mis emociones, a ser emocionalmente inteligente. Me gustaría tener a mi persona favorita del mundo al lado siempre, pero si no la tengo cuento los días para tenerla y sigo siendo feliz, sigo viviendo. Reflexiono y estoy a gusto conmigo misma. Lo esencial es saber conformarse y aprender a ser feliz en cualquier tipo de situación. 
Hace unas semanas empecé hacer prácticas en un centro, el primer día creía que no iba a ser capaz de soportar aquello. Me sentía fatal, por llorar por tonterías, por no tener trabajo, o por obsesionarme con objetos, personas o situaciones y pensar que muchas veces enseguida veía el fin del mundo. Esas personitas con las que estoy aprendiendo me están enseñando más que yo a ellas, me atrevo a decir que me acabarán enseñando más de lo que yo algún día conseguiré enseñarle a alguien. 
Me han enseñado que la vida se afronta, pese a todo. Que da igual las condiciones que te ponga, que podemos ser capaces de despertarnos cada día con una sonrisa. Me han enseñado que hay gente que lucha por cosas que a nosotros nos parecen tan fáciles como decir hola, cada día. Y se esfuerzan. Y se superan. Y casi siempre tienen una gran sonrisa que dedicarte. Pese a todo. Gracias a estas personitas estoy entrenando mi mente para ser mejor persona, no para nadie, solo para mi. Para sentirme bien, siempre. En cualquier situación que la vida me proponga. Para ponerle ganas a este mundo que estamos empeñados en cargarnos. Recomiendo buenos pensamientos siempre antes de ir a dormir y unos pocos más nada más levantaros. Recomiendo disfrutar de los ratos de buena compañía y buena música. Recomiendo sonreírle a los extraños y hacer las cosas por muy malas que nos parezcan con ganas. Recomiendo encontrarle el gusto a los defectos. Y no llamar obligaciones a las obligaciones. Recomiendo pequeñas dosis de felicidad diaria. 

sábado, 18 de octubre de 2014

pensar en no pensar

El inconformismo muchas veces es la piedra que no sabemos quitar del camino. Las personas nos pasamos media vida quejándonos. Quejándonos no perdemos tiempo, el tiempo nos existe en si mismo, pero nos perdemos nosotros mismos. Los mismos que nos quejamos de ese tiempo o que le echamos la culpa, o los problemas que quejándonos no somos capaces de arreglar. Que los arregle el tiempo. Y el tiempo como algo que nadie a visto nunca no arregla nada. Nos quejamos cuando no paramos de hacer cosas, y nos quejamos aún más cuando no hacemos nada y podemos pensar Cuando de repente nada es suficiente por muy bien que te vaya la vida, o lo que es peor, todo está bien y en realidad todo podría mejorar. Las personas inconformistas y me incluyo, nunca tenemos suficiente. Y eso no se hasta que punto es bueno. El inconformismo nos hace desaprovechar buenos ratitos de mi a mi. Y también de tu a yo. De alguna manera mi manera de sentirme mejor, de dejar de echar de menos o de más es así, volcando mis pensamientos raros y desordenados y riéndome de ellos meses después. Es la mejor manera que tengo de controlar mi inconformismo y de matar los pensamientos terribilizadores que con tanto empeño nos inculcamos las personas.